Esta es la historia sobre mí y mi relación con los datos.
Desde pequeño he tenido una conexión especial con los ordenadores.
Este es el viaje que me llevó del asombro infantil al análisis de datos como forma de vida:
Primer amor digital 💾
La primera vez que vi un ordenador tenía 12 años.
Fue en el colegio.
Nuestro profe de matemáticas apareció con un Amstrad bajo el brazo y nos enseñó a programar un pequeño script para resolver problemas.
Fue un flechazo instantáneo 😍.
Desde ese momento supe que quería seguir explorando el mundo de la programación.
El mundo antes de la nube ☁️
En aquellos tiempos, los datos no vivían en la nube, ni en bases de datos sofisticadas.
Se almacenaban en cintas, disquetes… en otra galaxia tecnológica.
Mis tíos me regalaron un Philips MSX.
Recuerdo perfectamente el instante de encenderlo por primera vez.
Magia pura.
Con ese MSX aprendí a programar en GW-BASIC, a base de prueba y error, escribiendo líneas sin entender del todo qué hacían… hasta que hacían lo que quería.
De la pasión al propósito 🚀
Más adelante, tuve la suerte de conseguir un PC Hyundai —sí, como los coches— con impresora de agujas, gracias a un vecino que tenía una empresa de informática.
Empecé a trastear con MS-DOS, aprendiendo a moverme entre directorios, lanzar programas y entender cómo funcionaba todo aquello.
Aquello amplió aún más mis horizontes y las posibilidades de seguir aprendiendo.
Desde entonces ha llovido mucho.
He vivido momentos increíbles y otros no tanto, pero algo no ha cambiado:
Me sigue fascinando entender los datos, automatizarlos, integrarlos y convertirlos en decisiones que impactan.
El análisis de datos es más que una habilidad técnica.
Es mi forma de darle sentido al caos. 🔥
¿Tú también crees que los datos pueden contar historias?
Cuéntame la tuya o escríbeme si quieres que trabajemos juntos.